2020, quien diría que viviríamos un momento tan complejo en nuestras vidas, en nuestras luchas y en nuestros territorios. La pandemia sacudió a un mundo enfermo de capitalismo, de racismo y de patriarcado y nos obligó a confinarnos, a responder a nuevas emergencias, a incrementar la incertidumbre, los miedos y también los duelos.
No obstante, las defensoras mesoamericanas ya teníamos una larga experiencia enfrentando todo tipo de violencias políticas, económicas, sociales, raciales y de género, ideando juntas estrategias para combatirlas y construyendo alternativas comunitarias de vida. Desde marzo de 2020, en la IM-Defensoras no hemos dejado de trabajar para que las defensoras podamos enfrentar esta crisis juntas y seguras, desplegando todos los recursos, estrategias, saberes y experiencia de Protección Integral Feminista que venimos construyendo desde hace diez años.
Para entender de qué manera la irrupción de la pandemia y la respuesta de los gobiernos ante la misma está impactando sobre nuestras vidas, nuestra acción política y nuestra labor de defensa de derechos humanos, junto con las redes nacionales de defensoras hemos realizado un mapeo en el que han participado 475 compañeras de El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua.
Esta investigación nos ha mostrado que tenemos una diversidad de contextos e identidades, que los gobiernos no han considerado esencial nuestro trabajo y que, por este motivo, muchas de nosotras hemos tenido que suspender actividades o llevarlas a cabo con grandes restricciones y expuestas a situaciones de riesgo. Entre marzo y noviembre de 2020, las alertas de la IM-Defensoras se han incrementado más del doble (123%) respecto del año anterior y 10 compañeras han sido asesinadas.
Nuestras condiciones de vida y de salud han empeorado: muchas no tenemos recursos suficientes para garantizar nuestras necesidades básicas (58%), incluyendo medicamentos (54%); ni tampoco tenemos garantizado el acceso a servicios de salud (40%) o a agua potable de forma permanente (34%).
Por estar encerradas en casa, tenemos más trabajo doméstico y de cuidados, el cual la inmensa mayoría hemos tenido que asumir solas (86%). Comunicarnos y hacer trabajo de manera virtual y segura no es una alternativa tan fácil para la mayoría: 34% no tenemos acceso a Wi-fi y sólo podemos conectarnos a través de “datos de teléfono”, 53% no contamos con recursos suficientes para tener saldo en nuestro celular y 13% compartimos teléfono con otras personas.
Frente a ello, hemos constatado una vez más que la protección más efectiva es la que se activa en el territorio y entorno cercano. Nuestras redes y articulaciones nacionales han sido vitales para activar los acompañamientos, y sobre todo, para tejer una comunidad de cuidados, de cercanía y contacto permanente. A través de ellas hemos movilizado recursos para que las defensoras podamos abastecernos de alimentos y productos de primera necesidad, incluyendo compra de saldo o equipos de telefonía celular.
En materia de salud hemos canalizado apoyos con recursos, medicamentos y seguros médicos y hemos fortalecido alianzas con organizaciones y redes de sanadoras, acompañantes, guías y terapeutas para cuidarnos juntas y reflexionar sobre el autocuidado, el cuidado colectivo, la sanación y los duelos que estamos viviendo.
En materia de seguridad, a través de las redes se ha desarrollado un monitoreo y análisis de riesgo continuo por vías virtuales para las defensoras en situación de riesgo, se han habilitado diferentes acciones y protocolos para que podamos trasladarnos de manera segura entre territorios y hemos reforzado las medidas y nuestra formación en seguridad digital. También hemos intensificado el trabajo de comunicación e incidencia para denunciar los abusos y violencias y contribuir al desarrollo de una comprensión de la crisis construida desde la mirada de los pueblos y las defensoras.
Por todo ello, hoy, 29 de noviembre, en el marco del Día Internacional de las Mujeres de Defensoras, alzamos orgullosas y amorosas nuestras voces y, frente a este sistema de muerte que nos quiere confinadas y silenciadas, reafirmamos una vez más nuestro propósito de seguir poniendo el cuidado de la vida en el centro y haciendo realidad el principio de que Las Redes Salvan.
Porque nosotras no renunciamos a la esperanza, hoy más que nunca la vivencia de la Protección Integral Feminista nos cobija mateniéndonos más juntas y haciéndomos más fuertes para que los cambios profundos que nuestro mundo necesita continúen siendo posibles.
Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras)