La Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras), Asociadas por lo Justo (JASS), Amnistía Internacional, Front Line Defenders, Protection International, Fondo de Acción Urgente, Pan para el Mundo y Brigadas Internacionales de Paz (PBI), en coordinación con organizaciones de México, la región andina y del sur de América latina realizamos el Encuentro Regional de Defensoras y Defensores de la tierra, territorio y medio ambiente los días 30, 31 de mayo y 1 de junio en la Ciudad de México.
Defensoras y defensores de los pueblos mapuches, quiché, waorinicuna, queqchí, yaqui, garífuna, lenca, shiwilu, cuna, binizá, mizquito, entre otros, provenientes de Argentina, Perú, Paraguay, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Panamá analizaron el contexto de violencia e impunidad en la región.
Del 30 de mayo al 1 de junio de 2017 defensoras y defensores compartieron y construyeron colectivamente estrategias de protección y seguridad en el marco de la defensa de la tierra, el territorio y la preservación de la naturaleza para ellas y ellos y sus movimientos, señalando en su declaración conjunta “Consideramos inaudito que en pleno siglo 21 y con el reconocimiento cada vez amplio de la comunidad internacional de los derechos para todo ser humano se continúe encarcelando y asesinando a defensores y defensoras de las aguas, los bosques, las tierras y el territorio”.
Durante el Encuentro las mujeres defensoras asistentes al Encuentro construyeron un espacio de confianza para hablar de las especificidades de la violencia que enfrentan las defensoras, así como de afectaciones que estas generan en sus vidas y sus movimientos, y de la importancia de analizar que las agresiones provienen tanto de actores estatales como no estatales. En este espacio identificaron daños diversos a su salud, su estado emocional y su proyecto de vida derivados tanto de la violencia más visible del estado y sus instituciones, como de la violencia invisible que ejercen actores como las empresas y el crimen organizado y el poder oculto expresado en la cultura de discriminación y violencia contra las mujeres, y los mandatos de género que limitan e invisibilizan sus liderazgos, les discriminan y sobrecargan y restan autoridad y valor a su trabajo como defensoras en el espacio privado, organizativo y social.
Las defensoras mujeres compartieron con sus colegas hombres que la problemática de género que enfrentan no es un problema de ellas, sino de todos los colectivos y la sociedad, por lo cual construyeron con ellos un pacto al interior de sus movimientos para asegurar la protección de las defensoras a través de promover el respeto y reconocimiento del territorio cuerpo de las mujeres y su autonomía; respeto y reconocimiento de los liderazgos de las mujeres; no invisibilizar, callar y combatir la violencia contra las mujeres dentro y fuera de los movimientos y revisar las creencias que la favorecen; legitimar la palabra de las mujeres; formación política de género para hombres y mujeres, reconocimiento y compromiso para compartir el trabajo de cuidado que realizan las mujeres y promover la propiedad de la tierra para las mujeres.
La violencia contra las mujeres afecta la defensa de los territorios comunitarios y los cuerpos de las mujeres, “no hay diferencia entre una minera que entra a destrozar nuestro territorio violentamente con un ejército y la violencia que enfrentamos las mujeres en una violación sexual u otras formas de violencia contra nosotras”, señaló una de las participantes, la defensa de la tierra es frente a todos los actores que destruyen la vida, el estado, los poderes fácticos y el modelo económico capitalista depredador, pero también es necesaria una revisión crítica desde el interior de nuestros propios movimientos, comunidades y familias para desterrar toda forma de violencia contra las mujeres, la tierra y la vida.
Como IM-Defensoras reconocemos el esfuerzo colectivo que significó este encuentro y los invaluables aportes de las distintas organizaciones tanto nacionales, regionales e internacionales que lo hicieron posible. Pero sobretodo reconocemos la importancia de estos espacios que contribuyen a la construcción articulada y colectiva de estrategías de protección integral de las personas defensoras de Derechos Humanos pero que en el caso particular de las mujeres defensoras nos lleva a reafirmar que el cuerpo de las mujeres, así sean defensoras sigue siendo el primer territorio que enfrenta y vive los riesgos que la defensa de la tierra y territorio y significa.