En el 2010, es decir, desde los inicios del trabajo de la Red Nacional de Defensoras, que es el espacio provocado por nosotras, las defensoras como nos nombramos las luchadoras, feministas, mujeres organizadas en espacios mixtos o en redes de mujeres contra la violencia, muchas porque decir todas es muy ambicioso, pero si muchas mujeres de siempre y de hace poco, juntas y revueltas para encontrarnos y pensar cómo protegernos del riesgo en que nos coloca nuestro trabajo de defensoría.
Desde ese inicio reciente nos encontramos ya con la necesidad de acompañar al COPINH y a Berta Cáceres, con ella discutimos, por ejemplo en el 2012 cuando ya estaba siendo muy perseguida y se murmuraba que la judicializarían, como efectivamente sucedió en el 2013, cómo justificar quedarse en la zona de riesgo, cuándo las organizaciones que acompañan estos trabajos, decían que lo prudente era “sacarla aunque sea por un tiempo” y entonces se enredaban los discursos de la sostenibilidad de las luchas en la ausencia de los liderazgos, cómo generar liderazgos mas horizontales y diversos y el famoso autocuidado y las urgentes tareas de todas que no daban tregua ni al cuerpo ni a la mente, ni al corazón estrujado por tanto abuso, y así fuimos sorteando conocimientos, posiciones políticas, experiencias, y todo eso que se mezcla con trabajar y hermanarnos.
Íbamos a las zonas, la oficina era un carro, las mochilas, los zapatos para caminar, las ganas de andar y hablar y conocer y que conocieran nuestro propósito y eso era también cuestionado por algunas compañeras que pensaban que hacía falta horarios, oficina, recepción, en fin, algo de “institucionalidad”, pero el encuentro con Berta Cáceres, Miriam Miranda, Rosalina, María Santos, Karen, Margarita, Consuelo y tantas mujeres defensoras en esos caminos nos iban enseñando otra forma de acompañar el riesgo, construyendo desde el hacer, desde el conocernos, desde las confianzas que generan los cuerpos y las ideas que se cruzan, y a lo mejor solo íbamos reiterando que era desde allí, que es desde allí donde se construyen otros poderes, el mundo al revés que se parece más al que nuestras utopías sueñan.
Es el poder ancestral que nos marcó en Vallecito, ver el lugar posible, con defectos, con aciertos, con mucho empeño y con mucho poder femenino, no solo de mujeres, pero si definitivamente antipatriarcal porque es parte de la descolonización de este pensamiento “institucionalizado” del que podíamos ser presas, a pesar de andar errantes.
A la Red de Defensoras, como al COPINH, en la parte que le corresponde, la sostienen las mujeres que hacen la toma, las tortillas, la asamblea y el discurso, esas mujeres son la base nuestra y el sostén de lo que llamamos “autonomía”. Ese que aprendimos con Berta, que una no debe mirar para abajo, ni someter al cuerpo a una inclinación sumisa, mas bien a erguirse porque entendemos que el territorio es nuestro, que empieza en nuestro cuerpo, corre junto al río, se afianza en la tierra y se prolonga siempre en los desafíos que implican en si mismo ser mujeres autónomas construyendo territorios autónomos.
Es Berta Cáceres, como aprendimos en tu palabra y práctica: Es la arrogancia del pensamiento occidental, en el recuadro de lo único que hemos conocido a punta de matarnos desde hace más de 500 años, es la colonia capital patriarcalizada que nos hizo creer en la democracia participativa como la oportunidad para incluirnos, reconocernos, respetarnos, consultarnos, y para eso desde el modelo tuvieron que inventarse Convenios, Tratados, tanto golpes como elecciones democráticas, donde la gente ya no vota. pero de donde salen hombres blancos con bandas presidenciales que manipulan leyes, se inventan otras, y entre rezos y bostezos van y olvidan otra vez el Convenio, o la Constitución, pero igual en nombre de Dios y de la Patria, nos vemos envueltas en la mentira democrática y al final e irremediablemente, no ser consultadas, ni representadas, ni reconocidas, ni respetadas.
Por eso y solo por eso, en los territorios seguimos construyendo tu justicia, esa otra justicia fuera de la legalidad impuesta, que significará la salida de DESA con el socio que quiera, porque ya una vez salió SINOHYDRO por obra y gracia de la lucha del COPINH, pero sea VOITHYDRO o la que pretenda represar el río Gualcarque con el financiamiento sucio de FMO, Fin Found y el BCIE o cualquier otra transnacional bancaria vestida de desarrollo y beneficencia, tendrá que entender que la decisión firme del pueblo Lenca es dejar correr las venas que recorren sus territorios, sus ríos, que son sagrados desde su cosmovisión indígena, que nada tiene que ver con el costo- beneficio con el que la lógica bancaria y blanca pretende disponer de los bienes naturales de los pueblos ancestrales, legítimos y únicos dueños de su territorio.
A dos meses de tu partida, la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, Berta, acompaña la determinación tuya, que es la del pueblo Lenca organizado en el COPINH y alza con orgullo la misma bandera por la autodeterminación de los pueblos indígenas por ser autónomos, por configurar la justicia que te mereces, de ser libres bajo su propia cosmovisión cultural y espiritual, que abrazamos gozosas de ser parte constructora desde dentro, porque es la concepción del derecho humano que legítima nuestro sentir y hacer de ser Defensoras, porque defender nuestro derecho a defender los derechos, seguirá siendo nuestro compromiso.
A dos meses de tu violento arrebato de nuestras vidas humanas y políticas, este suspenso en el alma es acción de nuestros cuerpos autónomos, es renacer de nuestras construcciones feministas y de mujeres que entendemos que los cuerpos autónomos es el primer territorio liberado desde el que construimos territorios autónomos y liberados del patriarcado, del capitalismo y colonialismo que nos somete.
Con la fuerza ancestral de Iselaca, Mota y Etempica, erguimos tu figura compañera Berta Cáceres, comprometidas con la utopía forjada desde el COPINH, miembra activa de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras.
Tegucigalpa, 2 de Mayo de 2016.