Hoy más que nunca es momento de cuidarnos colectivamente y sanar juntas

Este 29 de noviembre celebramos en todo el mundo el Día Internacional de las Defensoras, un momento para reconocer el legado de nuestras ancestras y honrar el aporte de las mujeres que cada día alzamos la voz contra las injusticias y construimos alternativas de vida digna.  

Ser defensora de derechos humanos es sumamente desafiante en un mundo donde el capitalismo patriarcal y racista nos lastima, nos mata, nos quita el sustento y la salud, despoja nuestros territorios, nos obliga a migrar de manera forzada, nos reprime e impone leyes injustas. 

Desde que fundamos la IM-Defensoras hace más de 11 años, la violencia en contra de las defensoras de derechos humanos no ha hecho más que crecer. Entre 2018 y 2019 se cometieron al menos 4,119 agresiones en nuestra contra. Durante 2020 las alertas que emitimos se incrementaron en un 123% y 21 compañeras fueron asesinadas. La pandemia nos ha revelado hasta dónde puede llegar este sistema para acallar nuestras voces con tal de mantener sus privilegios.

La Protección Integral Feminista (PIF) ha sido la forma en la que hemos buscado enfrentar esta realidad y contribuir a la tarea urgente de cuidarnos y cuidar nuestras luchas. La PIF parte de un compromiso y mirada feminista de la violencia, el riesgo y la importancia vital de los cuidados, de una apuesta por la protección colectiva desde los saberes de las mujeres y las disidencias de género.

La PIF para nosotras son: las redes de y para defensoras en Nicaragua, México, Honduras y El Salvador; el acompañamiento en momentos de riesgo y desgaste; el autocuidado, cuidado colectivo y la sanación, el registro de agresiones a defensoras y sus colectividades; la comunicación y la incidencia para la protección; la movilización de recursos flexibles y oportunos; la sistematización de nuestros saberes.

Solo de enero a junio de 2021 desarrollamos 2,330 acciones de protección. Cada acompañamiento ha fortalecido nuestra comunidad de cuidados pero también nos ha implicado enormes desafíos y este año, afectadas como todas por los impactos de la pandemia y trabajando 24/7,  llegamos al límite de nuestras fuerzas.

Por ello, este 29 de noviembre queremos aprovecharlo para compartir  cómo estamos haciendo posible la Protección Integral Feminista también al interior de nuestros equipos y espacios de organización y las maneras en las que hemos decidido cuidarnos. 

Reconocer cómo estamos.

Como en todo proceso de sanación lo primero fue asumir que debíamos mirarnos hacia adentro y  reconocer cómo estábamos. En la consulta interna que hicimos con las redes y articulaciones nacionales y el equipo regional pudimos expresar los impactos de nuestro trabajo en el contexto tan difícil que estamos viviendo:

Acompañar a otras es necesario, sale del corazón, llena de felicidad la sororidad, pero debo admitir que es bastante demandante...no me percaté de ello sino hasta hace poco que todo corre peligro de venirse como una cascada, como un deslave". (Red Salvadoreña de Defensoras)

Todas somos defensoras y entonces estamos expuestas a los riesgos y condiciones en las que están otras defensoras. Esto plantea el desafío de  reconocer que nosotras también tenemos necesidades de acompañamiento, de bajar la guardia y de dejar que otras nos apapachen. (Iniciativa Nicaragüense de Defensoras)

Nos duele la muerte de compañeras, amigas y hermanas es difícil saber que ya no van a estar... (Red Nacional de Defensoras de DDHH en Honduras)

Tomar un tiempo, descansar y cuidar nuestra salud. 

Superando la culpa y lo difícil que es asumir que necesitamos un “tiempo fuera” para renovar energías, comunicamos a nuestras aliadas y en nuestros diferentes territorios que había llegado el momento de parar un poco sin dejar de atender las emergencias.

Hemos decidido tomar un respiro, abrir espacios para sanarnos, para renovar nuestras energías, y para honrar la encomienda que nos dimos hace más de 11 años: poner el cuidado en el centro de nuestra acción política (Carta enviada a aliadas, noviembre 2021).

En México y Honduras los equipos de las redes de defensoras pararon por un tiempo. En Nicaragua se hicieron paros escalonados. En los cuatro países se tomó un tiempo personal y uno colectivo para el descanso y la sanación y aprovechamos nuestras casas de respiro y sanación. Reafirmamos que el descanso es esencial y que así como lo procuramos para las defensoras que acompañamos, así debemos procurarlo para nosotras mismas. Además utilizamos tiempo y recursos para la recuperación de nuestras compañeras por las múltiples afectaciones que nos dejó la COVID.

Se ha establecido respeto al descanso en la medida de lo posible. Creo que hay un acuerdo implícito en no molestar, no interrumpir el descanso y eso es muy importante, el reconocimiento de ese espacio para que la compañera pueda recargar energía es válido para los momentos de cuidado (Iniciativa Nicaragüense de Defensoras)

Hemos hecho un ejercicio de selección de prioridades poniendo de primero nuestra salud y procurando no sobrecargarnos... Se tiene instalado un fondo de apoyo para acciones de autocuidado para las integrantes del equipo operativo, algunas para enfrentar situaciones médicas o generadas por la COVID. (Red Nacional de Defensoras de DDHH de México)

Vivir en emergencia.

Todas, tanto en cada país como en el espacio regional, nos pusimos a pensar y construir juntas formas más sostenibles de enfrentar las emergencias: ¿Qué es una emergencia cuando vivimos en contextos de alerta permanente? ¿Cuáles son nuestros límites? ¿Cómo enfrentar el desgaste?

Estas fueron algunas de las muchas preguntas que nos hemos hecho y que han inspirado acciones como la organización de turnos para atender emergencias, los espacios periódicos de contención y sanación personal y colectiva, los fondos específicos para contextos de emergencia, los espacios de análisis de contexto, entre otras acciones.

Esta emergencia continua nos desequilibra, entonces nosotras intentamos tener una estructura que nos ayude a mantenernos en estos momentos...hablamos, nos ayudamos con compañeras terapeutas, nos acompañamos con las guías espirituales de nuestros pueblos. (Red Nacional de Defensoras de DDHH en Honduras)

Procesar los duelos, celebrar la vida.

Por causa de la pandemia y otras afectaciones de salud en estos dos últimos años hemos perdido a compañeras queridas de nuestras redes y de sus equipos de trabajo. Ha sido muy doloroso y la vorágine de necesidades que atender nos dejó sin tiempo y energías para procesar los duelos que se multiplicaron. 

Ante ello organizamos espacios regionales y nacionales con compañeras sanadoras que con el saber de los pueblos originarios nos acuerparon. Además, el 16 de noviembre tuvimos una reunión del Grupo Impulsor de la IM-Defensoras después de dos años de no vernos. Fue conmovedor, un momento para, al fin, abrazarnos, llorar juntas a las compañeras que perdimos en estos años, renovar nuestros pactos y celebrar la vida. 

Seguiremos sembrando semillas de esperanza y resiliencia desde la protección integral feminista. 

Así llegamos a este Día Internacional de las Defensoras, conscientes de la importancia de reconocer nuestras vulnerabilidades y generar respuestas colectivas para enfrentarlas; orgullosas de la capacidad de nuestros tejidos para hacer frente al contexto y seguir acompañando a nuestras compañeras en momentos de riesgo. Agradecidas por todo el apoyo que recibimos cada día de aliadas en todo el mundo y con la claridad de vivas, libres y juntas nos queremos.

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