claudia-samayoa-felicitacion

Claudia Samayoa recibe la orden Mirna Mack en reconocimiento a su lucha por los DDHH en Guatemala

Este jueves 3 de noviembre, nuestra compañera Claudia Samayoa, coordinadora de UDEFEGUA e integrante del Grupo Impulsor de la IM-Defensoras, recibirá de parte de la Procuradoría de Derechos Humanos de Guatemala (PDH) la Orden Mirna Mack en reconocimiento a su labor en la lucha por los derechos humanos. ¡FELICIDADES, CLAUDIA!

claudia-pemio

Palabras de Claudia Samayoa al recibir el premio:

Los derechos humanos han sido siempre parte de mi ser. Como mujer católica tuve desde muy niña un problema con el dogma de fe que afirma que sólo los cristianos son salvos; si Dios nos creo a todos iguales en dignidad, todos debemos ser reconocidos como iguales y respetados. Mi naturaleza rebelde siempre me inclinó a no aceptar con la cabeza gacha la terrible realidad en la que crecí. Desde los exilios de los amigos de mis padres, los asesinatos de médicos conocidos de mi padre, las imágenes de masacres recogidas en las revistas de Amnistía Internacional y enseñadas subrepticiamente a mi padre por parte del Sacerdote de Chimaltenango.

Antes de llegar a mi vida adulta ya buscaba como ayudar, la cúpula de cristal en la que escondieron a mi generación me quedaba corta. Trabajé con niños huérfanos de guerra y conocí la misión de lo que hoy llamamos defensores de derechos humanos que continuamente eran llamados guerrilleros. ¿Cuántos de ellos fueron asesinados?

Mi primera pasión fue la educación, formar mujeres con criterio propio y con capacidad de pensamiento autónoma. Mujeres que no se casaran con dogmas (de derechas o de izquierdas) sino que pudiesen observar la realidad, analizarla y descubrir en ellas. Mujeres que supieran de derechos humanos no como un conjunto de normas a memorizar sino como axiomas de vida, paradigma moral de actuación que describe perfectamente el mandato de dios de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. En ese camino conocí a Myrna Mack Chang y a su valiente hija. Allí conocí a otras mujeres que hoy son el presente y el futuro de Guatemala de las cuáles estoy muy orgullosa.

Esas mujeres me hicieron ver que no podía quedarme en la Educación en Derechos Humanos que tenía que aportar más. Y el llamado a salir al mundo surgió. 1995 marcó la fecha para ingresar en el trabajo de derechos humanos desde sociedad civil, tuve el privilegio de estar en el proceso de construcción de la paz y de las iniciativas para ver el cambio. También, empecé a observar como aquella misma injusticia que me conmovía a los 13 seguía allí: el racismo, el sexismo, la homofobia, el egocentrismo, el modelo de extracción y expoliación.

Por años coloqué mis capacidades para investigar, inventar iniciativas, cabildear cambios al servicio de una Guatemala Distinta. Con mis colegas, inventamos las CICIACS, luchamos por el ingreso de la OACDH a la salida de MINUGUA, obligamos a procesos transparentes de decisión del magistrado de conciencia, le dimos forma al Programa Nacional de Resarcimiento, y la cuenta sigue.

Pero en el camino le aposte a mujeres y hombres, a comunidades y colectivos que cómo yo creen en la posibilidad del cambio, que no pueden quedarse calladas ante las injusticias que tienen una necesidad profunda de apoyar a que las cosas cambien para los suyos, sus vecinos e incluso aquellas personas que no conocen. Los últimos 16 años de mi vida le he dedicado mi tiempo, mi inteligencia, mi creatividad, mi pasión y mi cariño a buscar formas de que esas personas y comunidades defensoras de derechos humanos puedan hacer lo que hacen. Estoy convencida que sin ellas, ni Guatemala ni el mundo tienen futuro.

Sin personas que ponen sus esfuerzos para proteger a niñas violentadas y tratadas, sin organizaciones que defienden a la mujer ante la violencia machista, sin colectivos que defienden el derecho a la diversidad sexual, sin la promoción de la educación laica y humanista, sin la defensa de un sistema de salud público y gratuito, sin la defensa inclaudicable por la justicia pronta y cumplida e independiente, sin la defensa de los derechos de las personas detenidas ante la tortura y la arbitrariedad, sin la defensa de un ambiente sano no tenemos futuro.

Por ello, he entregado mi vida y mi salud a la defensa de defensores y defensoras de derechos humanos y a la visibilización de sus causas y de sus excelentes trabajo. He enfrentando a los poderes que no quieren cambiar, no con agresión sino con respeto. He invitado a cambiar de mil formas a políticos, a empresarios y a funcionarios. He llorado la muerte de defensores y defensoras que pagaron con su vida su deseo de cambio; hemos consolado a familias ante el dolor de la muerte, el exilio o la prisión. He usado toda mi indignación para detener patrones de violencia.

Estos años de servicio no los he hecho sola; lo he realizado con el apoyo incondicional de mi familia quienes me han compartido y han perdido a favor del bien común. He encontrado mentes afines con quienes creamos UDEFEGUA y que hemos llevado al punto de ser un espacio para defensores y defensoras de toda la región. Es el esfuerzo de todos y todas las que han sido parte del equipo, los que están, los que se han ido e incluso aquellos que han querido hacer daño.

Pero nosotros hacemos lo que las organizaciones del Estado nos permiten avanzar. Y luego de caminar por muchas partes del mundo tengo que reconocer que sin una Procuraduría de Derechos Humanos, una Fiscalía de Sección de Derechos Humanos, una Unidad de Derechos Humanos en la DEIC, un Ministerio de Gobernación comprometido y una COPREDEH muy poco avanzaríamos. Imaginen si lográramos la óptima coordinación detendríamos de tajo esta violencia contra las personas que defienden derechos humanos.

Es por ello que agradezco profundamente el premio otorgado por Jorge de León Duque a mi persona por que es el reconocimiento a centenas de personas que han apostado por los derechos humanos inspiradas en la visión que compartimos con Jorge y con Myrna Mack- cuyo nombre lleva el premio-. Porque ha permitido desde que fue anunciado a que cientos de personas reconozcan que la labor de proteger defensores y defensoras de derechos humanos es muy necesaria y que requiere ser reconocida para que pueda seguir protegiendo a otros.

Porque con el premio y el reconocimiento de los que están hoy acá acompañándome, de los cientos de personas que en redes sociales han expresado su reconocimiento de todas partes del mundo fortaleces la capacidad mía y de mi equipo por seguir buscando formas de servir a la causa de los defensores y defensoras de derechos humanos. Gracias a ti y a tú equipo por esto y por el trabajo conjunto que realizamos.

Claudia Virginia Samayoa

Más comunicados: