CUERPOS DIGITALES, TERRITORIOS EN DISPUTA.
Análisis feminista de las violencias digitales contra las defensoras de derechos humanos en Mesoamérica.

Las defensoras mesoamericanas enfrentamos contextos cada vez más complejos, donde el incremento de las agresiones digitales y la disputa por el territorio digital son una constante. Entre 2020 y el 31 de octubre de 2025, nuestro Registro mesoamericano de agresiones ha documentado un total de 8,817 agresiones digitales contra 1312 defensoras y 174 organizaciones en El Salvador, Honduras, México y Nicaragua. Esto representa una de cada cuatro agresiones registradas durante el mismo período.

Las defensoras más agredidas a través de medios digitales son quienes defienden el derecho a la participación política y a participar en espacios de toma de decisión (23%), el derecho a la información y libertad de expresión (23%), el derecho a las mujeres a una vida libre de violencia (17%), el derecho a la verdad, justicia y reparación (9.4%) y quienes trabajan por el derecho a la tierra, territorio y bienes naturales (8.6%).
Las agresiones digitales más frecuentes son: la difusión en redes sociales de mensajes o información que estigmatiza a las defensoras (divulgación de hechos falsos, campañas de desprestigio, ridiculizaciones, cuestionamientos de la moral, ética o profesionalidad de las defensoras o sus organizaciones), el hostigamiento o acoso digital (incluyendo mensajes de odio y amenazas de violación o de muerte), el monitoreo y acecho de nuestras acciones (con frecuencia a través de infiltrar nuestros dispositivos - acceso no autorizado) y la suplantación y/o robo de identidad de quienes defienden derechos.
El 89% de las agresiones se concentra en las redes sociales, espacios donde el anonimato opera como mecanismo de impunidad para quienes atacan a las defensoras. Cada vez es más evidente que estas campañas no son espontáneas: en varias ocasiones hemos identificado operaciones articuladas y viralizadas por ejércitos de troles financiados desde estructuras estatales o por poderes fácticos que buscan imponer narrativas antiderechos para deslegitimar y presentar a las defensoras como enemigas internas, con el fin de debilitar su incidencia y fracturar el tejido social que las sostiene.
Esta realidad y su impacto en nuestras vidas y luchas y en nuestros movimientos se hicieron evidentes durante la sindemia del COVID-19, cuando ante la imposición de estrategias de aislamiento, el ámbito digital adquirió una relevancia crucial para la defensa de los derechos. En respuesta, los Estados y los poderes fácticos destinaron esfuerzos y recursos significativos para silenciar nuestras voces y nuestra presencia en el espacio digital. Esta violencia no es más que una extensión de las estrategias de represión que históricamente hemos sufrido.
En la IM-Defensoras hemos venido reflexionando, desde un enfoque crítico y feminista, sobre la realidad que enfrentamos las defensoras mesoamericanas en el ámbito digital. Es así que, a finales de 2023 iniciamos un proceso de construcción colectivo de conocimiento, una investigación participativa que desde las experiencias de las defensoras en los territorios nos permitió entender el ámbito digital como territorio en disputa e identificar estrategias de protección integral feminista para enfrentarlas.
Para esto se realizaron procesos de investigación simultáneos en Honduras, El Salvador, Nicaragua y México, que incluyeron entrevistas a defensoras y personas especialistas en seguridad digital en la región, encuestas, análisis de marcos legales y revisiones bibliográficas. Gracias al trabajo conjunto con las redes de cada país y el apoyo de feministas expertas en protección y cuidados digitales, pudimos identificar y entender las diferentes formas en que las defensoras de Mesoamérica nos relacionamos con las tecnologías.
Identificamos los métodos utilizados por quienes ejercen violencia contra las defensoras en el ámbito digital, y cómo estos se vinculan de manera continua con la violencia que experimentamos en el ámbito físico. También exploramos los efectos de estas violencias sobre nuestros cuerpos, familias, comunidades, territorios, movimientos y luchas. Por su parte, el análisis de los marcos legales y regulatorios de cada país nos permitió comprender cómo estos se han convertido en instrumentos para silenciar a quienes defendemos derechos humanos.
Con este trabajo colectivo contribuiremos al fortalecimiento de las estrategias de Protección Integral Feminista (PIF) incorporando una mirada especializada desde la intersección entre tecnologías digitales, feminismos y defensa de los derechos humanos. Entendiendo el territorio digital no como un entorno aislado, sino como un continuum de nuestras vidas como defensoras que representa una oportunidad para ampliar nuestra presencia, voces y demandas.
¿Cuáles son los principales ataques que enfrentamos en los territorios digitales?
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Amedrentamiento.
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Deslegitimización de nuestro trabajo.
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Desinformación de género, que engloba acciones que buscan afectar nuestra imagen pública a través de difundir narrativas falsas o engañosas basadas en nuestro género y/o nuestra sexualidad.
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Acoso digital.
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Amenazas a nuestra integridad y a la de nuestro entono cercano.
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Violencia sexual digital.
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Vigilancia electrónica ilegal.
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Desanonimización, la cual consiste en revelar información personal sensible sobre nosotras en espacios públicos como las redes sociales, por ejemplo: difundir la dirección de nuestra casa o de nuestro trabajo, publicar fotos de nuestras hijas, hijos e hijes, nuestro número de teléfono, etc.
¿Por qué nos agreden en el entorno digital?
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Para acallar nuestras voces críticas.
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Para desmovilizarnos, buscando inhibir nuestra participación y la de otras mujeres o personas de las disidencias sexo-género en la labor de defensa de derechos humanos.
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Estigmatizándonos y deslegitimando nuestras voces y nuestro trabajo.
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Para disciplinarnos por ser mujeres y disidencias sexo-genérica que desobedecemos el mandato patriarcal de género que nos quiere calladas y confinadas en el ámbito privado.
¿Quiénes son nuestros principales agresores digitales?
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Actores vincualdos al Estado
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Funcionarios públicos
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Empresas mineras
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Crimen organizado
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Grupos conservadores y anti-derechos
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Personas candidatas a cargos políticos
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Actores del entorno cercano:
Colegas
Familiares
Integrantes del vecindario
Otras personas que militan en nuestros movimientos.
Amistades
Exparejas
¿Cómo funcionan las agresiones digitales?
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Criminalizando nuestro trabajo a través de declaraciones públicas, amenazas, leyes, etc.
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Monitoreando constantemente nuestras actividades.
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Recolectando datos personales, incluyendo los relacionados con nuestra esfera íntima.
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Agrediéndonos en momentos puntuales estratégicos.
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Señalando a nuestros movimientos sociales como enemigos internos de la sociedad o la comunidad.
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Valiéndose de la complicidad de los medios de comunicación hegemónicos.
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Acosando a los medios de comunicación independientes, alternativos y críticos.
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Desarrollando estrategias de viralización de las agresiones a través del uso de hashtags, troles, influencers, campañas, etc.
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Todo ello en un marco de impunidad generalizada que se caracteriza por:
La naturalización social de la violencia digital.
La existencia de marcos legales débiles.
Desconfianza en la denuncia ante las autoridades
Ineficiencia creciente de los canales de ayuda a defensoras por parte de las plataformas de redes sociales.
La dificultad para demostrar quiénes están detrás de los ataques.
No denunciar por el desgaste emocional y económico que eso significa.
¿Cómo nos impactan y nos afectan las violencias digitales?
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Nos generan miedo y nos desmovilizan, llegando en muchas ocasiones a paralizar por completo nuestros activismos.
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Nos someten a desgaste emocional.
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Conllevan costos materiales y políticos.
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Pueden llegar a provocar que perdamos nuestros empleos.
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Algunas nos vemos forzadas a desplazarnos del lugar donde vivimos.
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Nos obligan a tener extrema cautela, cuidado y autocensura en los contenidos que publicamos en redes sociales.
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Muchas veces provocan que nos salgamos de las redes sociales.
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Nos generan pérdida de credibilidad y legitimidad ante nuestros movimientos, comunidades y otros actores e instancias.
Una mirada a los países
EL SALVADOR
Entre 2020 y el 31 de octubre 2025 en El Salvador se registramos 2,041 agresiones contra defensoras de derechos humanos a través de medios digitales, esto representa el 62% del total de agresiones documentadas. La mayor parte de estas agresiones digitales (85%) incluyen violentos mensajes que intentan reforzar el orden patriarcal basado en género; por ejemplo, ridiculizando la orientación sexual, identidad de género o apariencia física de las defensoras, exigiéndoles volver a sus casas para cocinar a sus maridos o cuestionando el derecho a la participación política de las mujeres ("dejar votar a las mujeres es un error"). Tras las agresiones digitales en El Salvador, hemos identificado el posible uso de troles financiados por el Estado y/o grupos anti-derechos. Asimismo, funcionarios públicos de alto rango y medios de comunicación afines al Ejecutivo utilizan sus discursos públicos y las redes sociales para desacreditar, difamar y criminalizar a quienes ejercen la defensa de los derechos humanos, reforzando un clima de hostilidad y represalia hacia las defensoras.
HONDURAS
En Honduras, hemos documentado 971 agresiones digitales entre 2020 y el 31 de octubre de 2025. El 52% de estas agresiones son en contra de defensoras y organizaciones que defienden la tierra, el territorio y bienes naturales. Las agresiones digitales mas frecuentes son los hostigamientos, amenazas y campañas de desprestigio con mensajes racistas y misóginos. Estas agresiones estigmatizan a las defensoras y sus organizaciones al ridiculizar sus prácticas espirituales y sus luchas, presentándolas como enemigas del “progreso” por oponerse a proyectos neocoloniales que amenazan la vida y los derechos de las comunidades, como la minería, las represas y el turismo.
MÉXICO
Entre el 2020 y el 31 de octubre 2025, hemos documentado 2,289 agresiones digitales en contra de defensoras y sus organizaciones en México. Esto representa una de cada cinco agresiones a defensoras. El 68% de estas agresiones digitales evidencian violencias basadas en género como mensajes intimidatorios y amenazas con connotación sexual, desacreditando el liderazgo y profesionalismo de defensoras y periodistas a partir de acusaciones sin fundamento y violencia verbal basadas en la sexualidad, identidades de género y edad de la defensora.
NICARAGUA
En Nicaragua observamos que el ámbito digital se ha convertido en un territorio para continuar con los ataques en contra de defensoras que, desde el exilio, siguen denunciando el totalitarismo del régimen Ortega-Murillo. Entre 2020 y 31 de octubre 2025 hemos documentado un total de 3,516 agresiones digitales que usualmente están cargadas de misoginia y discursos de odio, con intentos de desacreditar a las defensoras mediante burlas, amenazas, estigmatización y hostigamiento constante. Esto representa una de cada tres agresiones registradas. En algunas ocasiones, las agresiones replican el discurso de sectores de derecha ultraconservadora que buscan mantener el orden patriarcal, empleando calificativos como “feminazi”, “abortera”, “basura progre”, “femilocas”, entre otros. Aunque los hostigamientos, amenazas y acoso son perpetrados por usuarios virtuales desconocidos, se sospecha que detrás de las agresiones están tanto integrantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como algunos de sus opositores, quienes replican el discurso de odio de sectores de derecha ultraconservadora contra feministas y defensoras que en los años 80’s fueron parte del FSLN.